viernes, 7 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XI

XI


De los dieciséis días de vacaciones que me quedaban, nos vimos más de la mitad de estos. Me contó que estaba trabajando para una revista de renombre, en la delegación de Valencia. Que había tenido una relación de varios años con una chica de su pueblo, que estuvieron a punto de casarse porque ella se quedó embarazada, pero al final tuvo un aborto, y aunque en principio iban a seguir con los planes de boda, todo aquello le sirvió para darse cuenta de que no la quería lo suficiente.

Me dijo que se acordaba de mí a menudo. ¿Por qué lo dejamos? No supe darle una respuesta concisa. Éramos muy jóvenes, supongo que la vitalidad nos desbordaba. Me invitó a una cena de despedida en su casa. Me recibió con iluminación de velas y Rachmaninoff de fondo. Se estaba volviendo un romántico. ¿Ahora escuchas música clásica? Salí con una chica preciosa en mis años mozos, que me enseñó a apreciarla. Me resultó curioso lo que habíamos sacado cada uno de aquella relación.

Al amanecer seguíamos despiertos, abrazados sobre la cama. Yo no quería que llegase la mañana, pero me daba miedo proponer nada. Quédate Silvia. Dijo él, más valiente, sin duda. Salva, yo tengo mi trabajo en Madrid. Desde su punto de vista, era una excusa muy pobre, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo todo por haber pasado juntos dos semanas maravillosas. Si no entendí mal, quería que me mudase a su casa. Aquello sí que era una verdadera locura. ¡No voy a ser tan gilipollas, como para dejarte escapar dos veces! Me halagaba, aún así, le pedí tiempo.

Quedamos en vernos todos los fines de semana que nos fuese posible, unos en Madrid y otros en Valencia. Yo hacía ya unos meses que vivía sola, en un apartamento pequeño, pero sola. En principio no les dije nada a mis padres, incluso llegué a estar tres días en casa de Salva sin pasar a verles. ¡Qué extraña sensación! Me estaba enamorando, y lo mejor no era eso, lo mejor era que él parecía estar más grave que yo.

En Navidad me las ingenié para tener diez días libres. Asistí a la comida en casa de la abuela, recogí mi sobre y al día siguiente me fui a los pirineos con Salva. Las primeras cuarenta y ocho horas nevó tanto, que no pudimos salir del hotel, aunque para nosotros no fue un problema. Silvia, te lo voy a decir sin rodeos. Me siento capaz de aguantar esta situación todo el tiempo que a ti te parezca oportuno, pero me muero de ganas de despertarme a tu lado por las mañanas. Créeme si te digo que nunca había sentido esto por nadie. Además, tu sueño es ser escritora. Date un capricho y dedícale todo tu tiempo.

¿Qué cara pondría mi padre cuando le contase qué, con esas breves frases, alguien me había convencido de que volviera a Valencia? Aquello que él llevaba intentando sin éxito, más de tres años. De todos modos, era una buena noticia y había que dársela antes de regresar a Madrid para arreglarlo todo.

Tú tranquilo que no muerden. Verle tan nervioso, me inspiraba ternura. Entramos en casa de mis padres cogidos de la mano. Ni siquiera les había hablado de él. Papá se levantó al instante y se quedó de pie, sin moverse, sorprendido. Mamá sonreía feliz. Debió de notar en mi cara que había motivos para estarlo. Hice las presentaciones oportunas, me esforcé por que la conversación fuese fluida y cuando nadie lo esperaba… Tengo un regalo de año nuevo.

1 comentario:

Neblina dijo...

Acabo de leer todos los capitulos, bonito relato, me gustan los cambios que van succediendo en su vida, en su personalidad
Saludos