martes, 18 de mayo de 2010

LA DAMA DE LAS CAMELIAS



Esto de alternar grandes obras de la literarura mundial con los contemporáneos, está resultando un ejercicio muy interesante.


Con "La dama de las camelias", al empezarlo, me sucedió algo que no debe de ser muy extraño: Recuerdo haber visto hace muchos años, a Greta Garbo en el papel de Margarita Gautier, e inevitablemente, su imagen se colaba en mi cabeza, pero después de la descripción que Alejandro Dumas nos hace de su amada, (teniendo en cuenta que está basada en un suceso de su vida), dicha actriz, de una belleza nada menospreciable, se me quedaba corta, y creé a mi propia Margarita, aunque sólo la cegera ocasionada por un amor desmesurado, es capaz de ver tal belleza en un ser mortal.


Cegado por la hermosura, el porte delicado, que debía resultar tremendamente atractivo en la época, y por las otras muchas cualidades que los historiadores le atribuyen a la cortesana Alphonsine Plessis, amante ocasional del escritor, más conocida en aquel París como Marie Duplessis, el nombre que ella misma adoptó, Alejandro Dumas nos narra, a mi modo de ver, la historia que él soñó o anheló vivir en su compañía, no así la que sucedió en realidad, ya que no existen pruebas de que dicha “señorita” le amara. Imagino que el autor la idolatraba, como muchos hombres al parecer, pero su poder adquisitivo distaba mucho de las exigencias de una cortesana tan codiciada.


Merece la pena, aprovechando las facilidades que nos brinda internet, dedicar un poco de tiempo a indagar en la vida de Alphonsine Plessis. Vendida por su padre a un gitano, cuando no era más que una niña, (hay quien asegura que la obligaba a postituirse con tan solo doce años), no debió de ser fácil su vida, pero la naturaleza la dotó de una belleza envidiable, que la llevó, por circunstacias que seguramente ni ella imaginó, a la posición donde se vió con apenas dieciseis años. Embriagada, deslumbrada por el oro, las riquezas que aquellos hombres ricos y poderosos ponían a sus pies, no tardó en aprender a sacar partido de su mejor arma, y no es de extrañar que lo hiciese, si tenemos en cuenta lo que debió de vivir hasta llegar ahí.


Un detalle de la historia que me resultó curioso. El sobrenombre de “la dama de las camelias”, era debido a qué, aunque le gustaba rodearse de flores, (como de otros tantos muchos caprichos), siendo al parecer una persona tan delicada, el aroma de éstas le resultaba molesto. No obstante, las camelias, parecen inocuas ante tanta delicadeza, (para mí cargante, que quereis que os diga), por eso eran sus preferidas. Cada noche, al dirigirse al teatro, opera… llevaba un ramo de dichas flores, durante veintitantos días seguidos blancas y acontinuación, las seguían cinco días en los que las elegía rojas. Claro mensaje de qué durante esos días, no recibía a sus admiradores, supongo que no es difícil saber porque. Cuando acepta su primera cita con Armando Duval, el le dice: ¿Cuándo podré verla? A lo que ella responde, entregándole una roja camelia de su ramo: Cuando las flores cambien de color. Nadie se atrevería a decir que no es una forma sutil de decir ciertas cosas.


Si alguien se preguntá porque se llamó “romanticismo” a aquella etapa de la literatura francesa, “La dama de las camelias” es un clarísimo ejemplo.


Alphonssine Plessis en un gravado


domingo, 2 de mayo de 2010

MIL SOLES ESPLÉNDIDOS



Una gran historia de amistad, envuelta por el sufrimiento y la abnegación de las mujeres afganas. Desde mi punto de vista, demasiado melodrámatica. Quizás sea imposible hablar de la situación de la mujer en este país sin serlo, pero le he visto ese toque de "película americana", que no me gusta nada. Aún así, merece la pena leerlo.