viernes, 30 de octubre de 2009

MI DIOSA AFRODITA XII

Después de comprobar su eficacia tras la detención de Pilar, le pedí que se ocupase de la acusación particular llegado el momento. Él aceptó gustoso y como mi abogado, me informó al instante en cuanto supo la noticia. Fue como una pesadilla escuchar la reconstrucción de los hechos.

El primer objetivo de la policía al empezar la investigación, fue comprobar donde nos encontrábamos ese día las personas cercanas a Oscar. Contrastar las coartadas de cada uno y partiendo de esa base, centrarse en aquellos que habían tenido ocasión.

Esta primera fase sirvió para descartar por ejemplo a Andrés, quien alegó estar en Francia ese día. Declaró haber partido la mañana anterior con su coche. La policía habló con sus familiares en Lille, al norte del país, cerca de la frontera con Bélgica, y estos confirmaron que efectivamente, había llegado en su coche unas cinco horas después de la que se estableció como hora de la muerte. Teniendo en cuenta los aproximadamente mil quinientos kilómetros que nos separan de esta ciudad, era matemáticamente imposible situarle en el lugar de los hechos. Pero la declaración de Pilar al ser detenida, presentó una nueva posibilidad.

Según ella, Oscar no iba por ahí presumiendo de su afición al sadomaso, era un detalle que conocían poquísimas personas y, al parecer, el asesino estaba enterado. Fue sólo una suposición pensar que su mejor amigo debía de saberlo, se le interrogó y testificó desconocer ese detalle, pero aún así, decidieron profundizar un poco más en su coartada.

Con la colaboración de los gendarmes franceses, se halló una pequeña prueba que centró toda la investigación en él: Para su mala suerte, un radar fotografió su coche a una velocidad superior a la permitida, cerca del aeropuerto Charles de Gaulle, en París, tres días antes de la muerte de Oscar. La pregunta era: ¿Qué hacía Andrés en ese lugar dos días antes del día que testificó haber partido?

Su nombre no apareció en ninguna de las listas de embarque, es muy posible que usara un carnet falso, pero después de comprobar las cámaras de seguridad, se confirmó que ese día tomó un avión apenas hora y media después del asesinato. A partir de ahí, según Méndez Haro, sólo tuvieron que atar cabos y encontrar pistas, como un pequeña gota de sangre de Oscar en una de las escopetas de caza del padre de Andrés. La debió utilizar para tenerle sometido todo el tiempo.

Así que más o menos, su plan fue el siguiente: Viajó hasta el aeropuerto Charles de Gaulle en su coche, lo dejó allí, subió al avión con un carnet falso y llegado ese día, después de matarle, regresó a París de la misma forma. De este modo quedaba fuera de sospecha.

¿El motivo que le llevó a matar a Oscar? Puede que nunca lo conozcamos. Le ató, le torturó, le obligó a escribir una nota de despedida, luego le cortó las venas y esperó pacientemente a que se desangrara, pero en todo momento mantuvo que él era inocente.

jueves, 29 de octubre de 2009

MI DIOSA AFRODITA XI

Supe que habían puesto a Pilar en libertad, por una llamada de teléfono suya. Quería que fuese a comer con ella, pero yo decliné la invitación. Fueron unos días extraños, me limataba a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Estaba sumida en un estado de apatía total, apenas sonreía cuando recordaba que iba a ser abuela.

Un par de semanas después, pasó a visitarme sin previo aviso. Me sorprendí al verla, pero el tiempo pasado me había servido de mucho. Me pareció que estaba más delgada e incluso con ojeras, se lo comenté y lo achacó a los malestares propios de cualquier embarazo. Ese fue precisamente el principal tema de conversación aquella tarde: el bebé que venía en camino, (mi nieto), y lo fastidiosas que empezaban a ser aquellas molestias.

Ya pensé que no hablaríamos de otro asunto, cuando se puso seria de repente y lanzó una pregunta al aire.

- ¿Cogeran a quién lo hizo? - La miré fijamente antes de responder.

- Espero y confío en que así sea.

- Pues yo no lo tengo tan claro. Pasa el tiempo y a veces tengo la sensación de que todo se va a quedar como está. – No podía reprocharle nada, ni contradecirla, porque yo, al igual que ella, presentía que la policía no avanzaba en la investigación, pero por otra parte, me negaba a perder la esperanza.

- Seguro que al final todo se aclara.

- Cada minuto que pasa, las posibilidades de que lo resuelvan disminuyen. – Observó con tristeza.

- Supongo que este tipo de investigación es lenta. Ellos saben lo que hacen. – Después de escucharme decir esto, Pilar se levantó como impulsaba por un resorte y empezó a andar por la sala hablando con furia.

- No entiendo porque los defiendes. Esos policias son unos ineptos. Cualquiera habría averiguado ya que fue lo que ocurrió en realidad. Después de que se atrevieran a apuntar que podía haber sido yo, he perdido toda la confianza en ellos. – Y se dejó caer de nuevo en el sofá.

- Bueno, no podemos hacer mucho más.

Resopló con fastidio. En el fondo sabía que yo tenía razón, en realidad, las dos la teníamos, con diferentes maneras de afrontarlo, pero la teníamos.

Fue Méndez Haro quién me llamó unos días más tarde, para decirme que la policía había detenido a un presunto culpable.