lunes, 26 de abril de 2010

LA MAESTRA DE PIANO


Una de las cosas que más me gusta de la literatura, es cuando me habla de sucesos, circunstancias que desconozco. En el caso de esta novela, ambientada en Hong Kong, tras la invasión japonesa de la segunda guerra mundial a la ciudad y la posterior situación durante la postguerra, no ha sido complicado captar toda mi atención.

Si además la historia es contada con ese toque magistral, ¿qué más se puede pedir?

Totalmente recomendable.

martes, 20 de abril de 2010

DIVINA COMEDIA

Cuando decidí que quería leer este libro, pensé: ha de ser grandioso para que ocho siglos después se le siga considerando uno de los grandes. Entonces alguien me dijo: no podrás con Dante. ¡Craso error! Con lo cabezota que soy yo, esto es suficiente para darme la fuerza necesaria para leerle. Y así ha sido. Me ha costado, más que ningún libro de los que han caído en mis manos, pero he podido, y os aseguro que merece la pena. Tiene partes maravillosas y otras que me han parecido tediosas, pero no tendría opinión al respecto si no hubiese hecho ese pequeño esfuerzo.

Decidme si no hay que ser grandioso para describir una escena de este modo:

"Así como en la estación que aquel que ilumina al mundo nos oculta menos su faz, el campesino que reposa en la colina, a la hora en que el mosquito reemplaza a la mosca, ve por el valle las luciérnagas que corren por el sitio donde vendimia y ara, así también vi resplandecer infinitas llamas en la octava fosa, en cuanto estuve en el punto desde donde se distinguía su fondo."

Y frases como esta:

"¿No observáis que somos gusanos nacidos para formar la angelical mariposa que dirije su vuelo sin impedimento hacia la justicia de Dios?"

Por no hablar de este padrenuestro:

"¡Oh padre nuestro, que estás en los cielos aunque no circunscripto a ellos, sino por el mayor amor que arriba sientes hacia los primeros efectos! Alabados sean tu nombre y tu poder por todas las criaturas, así como se deben dar gracias a las dulces emanaciones de tu bondad. Venga a nos la paz de tu reino, a la que no podemos llegar por nosotros mismos, a pesar de toda nuestra inteligencia, si ella no se dirige hacia nosotros. Así como los angeles te sacrifican su voluntad entonando ¡Hosanna! deben sacrificarte la suya los hombres. Dadnos hoy el pan cotidiano, sin el cual retrocede por este áspero desierto aquel que más se afana por avanzar. Y así como nosotros perdonamos a cada cual el mal que nos ha hecho padecer, perdónanos tú benigno, sin mirar a nuestros méritos. No pongas en prueba nuestra virtud, sino líbranos de él, que la instiga de tantos modos. No hacemos, ¡oh Señor amado!, esta última súplica por nosotros, pues ya no tenemos necesidad de ella, sino por los que tras de nosotros quedan."

Por algo él la llamo "Comedia" y sus lectores terminaron por cambiarle el nombre a "Divina Comedia".

(Perdón por mi prolongada ausencia.)