martes, 25 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA (AGRADECIMIENTOS)

Que maravilla descubrir que me leen no sólo más de una persona, ni siquiera más de dos, si no que incluso más de tres. (Espero que alguna más.) De un modo u otro, gracias, muchas gracias, ha sido un placer, así da gusto. Deciros que empecé a escribir sin saber que era lo que iba a pasar, que la historia se fue desarrollando día a día, palabra tras palabra, sin premeditación, salió esto y estoy bastante contenta.

Puede que me decida a escribir otra, no sé cuando, me voy unos días de vacaciones, pero al menos, tengo muchas más ganas y más ideas que hace unos meses, y eso ya es suficiente para mí.

Gracias por ayudarme a recuperar la ilusión.

lunes, 24 de agosto de 2009

AFGANISTÁN

Supongo que cualquier persona que esté medianamente informada, conoce la situación en Afganistán, aún así, yo me sigo horrorizando cada veo que leo un articulo acerca de este país. La mayor perjudicada, la mujer, no podía ser de otra forma. Las mentes de los hombres afganos debieron de detener su evolución haya por el siglo XV.

Ellas son obligadas a contraer matrimonio, (Estoy convencida de que en muchos casos ni siquiera conocen al novio.) antes de los 18 años. El 80 % sufre violencia doméstica. Rapan el pelo a sus hijos/as para hacerles parecer más feos y evitarles una violación que en la mayoría de los casos en inevitable. El 85 % son analfabetas. Pero hay datos que me estremecen más que todo esto. La ley ampara a los hombres que castigan a sus mujeres sin comer cuando éstas se niegan a complacerles sexualmente, aunque ellos tampoco se detienen fácilmente y muchas veces el matrimonio es un cúmulo de violaciones legales.

El burka, que a mí personalmente me parece una prenda denigrante, las afganas lo ven en muchas ocasiones como una via de escape: Con éste evitan atraer a los hombres, y así los abusos sexuales que esto conllevaría. Otras, como una diputada amenazada de muerte, dice que el burka es su seguro de vida.

Que me expliquen aquellos que invadieron un país y cometieron una matanza terrible, con la excusa de que escondían armas de destrucción masiva, unas armas que por cierto, siguen sin aparecer, porque no ponen solución a esto, porque se permite, incluso se apoya, a este gobierno.

domingo, 23 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XVI

XVI

Era algo que Salva y yo llevábamos hablando meses, nos apetecía mucho a los dos. Ahora que era inminente el inicio de mi carrera literaria, si las cosas iban medianamente bien, estaba decidida a seguir dedicada de lleno a esto, así que, trabajando en casa, sin nadie que me marcase un horario, nada nos impedía intentarlo.

Aquella mañana me desperté con unas nauseas terribles, llamaron al timbre y tuve que hacer de tripas corazón para llegar a la puerta sin vomitar. Le pedí al mensajero que dejase el paquete en el salón, me senté acariciando la caja y aunque era lo que llevaba deseando desde que tengo uso de razón, me sorprendió comprobar que en ese momento me importaba infinitamente más otra cosa. Me di una ducha creyendo que me sentaría bien, aunque no sirvió de nada. Me preparé un vaso de leche que no conseguí tomar y salí hacia la farmacia más cercana.

Cuando ya de vuelta a casa esperaba ver el resultado, abrí el paquete que contenía mi novela. Pensé que el primer ejemplar tenía que ser para mis padres, pero en ese momento volví a mirar la prueba y una rallita de un rosa fuerte confirmaba mis sospechas. No sabía si saltar, correr, reír…. Antes de darme cuenta iba camino de la delegación de la revista donde trabaja Salva. ¡Que cara iba a poner cuando se lo dijera! Pensé que podría no estar allí y le llamé al móvil. Se asustó al comentarle que quería hablar con él. Salió a mi encuentro, me alcanzó en la entrada del edificio y creo que en el instante en que me vio, supo que era aquello tan importante que tenía que decirle. Me abrazó, me llenó la cara de besos y yo, lloré de felicidad.

Por la tarde fui a casa de mis padres. Mamá no tardaría en llegar del hospital, salí con tiempo suficiente para hablar primero con papá. Mientras conducía por Valencia, algún bebé llevado en el cochecito por su madre, captó mi atención. Ese nuevo ser que crecía dentro de mí, apenas era una pulguita y yo, por fin empezaba a entender esa pasión de mi padre, ese deseo de darme lo mejor, de luchar para que lo tuviese todo. ¿Iba a ser mi relación con mi hijo/a tan tempestuosa cómo lo había sido en ocasiones la nuestra? No me parecía preocupante si me paraba a pensar cuanto nos queremos, aún a pesar de aparentar llevarnos tan mal.

Le emocionó que le hubiese dedicado mi primer libro, a mí volver a verle orgulloso de su hija, pero cuando le dije que iba a ser abuelo, no brincó de alegría porque los médicos le han recomendado reposo, sin embargo sé que deseaba hacerlo. Aunque hubieses ganado todos los torneos de tenis del Gran Slam, no sentiría la felicidad que siento ahora mismo. Me tumbé en el sofá con la cabeza en su regazo y mientras él me acariciaba el pelo, yo intentaba acostumbrarme al tumulto de nuevos sentimientos que me estaba invadiendo.

FIN

miércoles, 19 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XV

XV

Un día me sentí mal y de repente todo se volvió negro. Cuando abrí los ojos, descubrí que estaba en un hospital y que las dos personas que más quiero en este mundo, las que dan sentido a mi vida, estaban una a cada lado de mi cama, mirándome con preocupación. Intenté decir algo, aunque Pilar me lo impidió poniendo un dedo sobre mis labios. Descansa, ya pasó, todo está bien. Las primeras horas me sentí agotado, pero a medida que pasaba el tiempo, fui recuperando fuerzas. Decidieron que me quedase unos días en observación y no me disgustó tanto cuando aquello me dio la oportunidad de charlar largo y tendido con Silvia.


Trataba de disimular hablando con una fingida naturalidad, pero estaba asustada. En un momento dado, supongo que sus sentimientos ganaron la batalla y se tumbó a mi lado para abrazarme. Lloramos juntos, yo la miraba con todo el amor que siento por ella y di gracias porque fuese mi hija.


Me recomendaron unas semanas de reposo, Pilar cambió guardias para estar el mayor tiempo posible conmigo, pero lo mejor era ver entrar a Silvia con el portátil y sentarse a mi lado para escribir durante horas, mientras me hacía compañía. De vez en cuando se tomaba un respiro, hablábamos y algo tan simple me hacía sentir el hombre más feliz de la tierra.


Un día llegó con un pequeño paquete en la mano, se sentó cerca quedando de cara a mí y no habló hasta pasados un par de minutos. ¿Cuánto hace que no lees un libro? Tú y mamá leeis suficientes por los tres. Sonrió, pero se puso seria al instante. ¿Y si yo te regalase uno, lo leerías? Me tendió el paquete y lo desplegué con sumo cuidado. Bajo un título sugerente, en letras más pequeñas, estaba su nombre: Silvia Ortega. Tragué saliba para tratar de deshacer el nudo que se estaba formando en mi garganta y lei la dedicatoria impresa en la primera página: A mi padre. Te quiero.


No podía creerlo. Empecé a llorar cómo no lo había hecho en mi vida. La abracé y aunque sus ojos estaban tan anegados cómo los míos, ella sonreía. Era feliz y yo también. Me sentí orgulloso, más de lo que jamás había soñado y, al contrario de lo que muchos podrían pensar, no por el libro, si no por esas breves palabras que acababa de leer. Era su sueño y me lo dedicaba a mí.


Cuando conseguí recuperar el aliento, intenté expresar la dicha que me inundaba. Es el mejor regalo que me han hecho en mi vida. Entonces ella se separó para mirarme y nego con la cabeza. Espero que no, porque tengo uno mejor. Con cara de sorpresa le di a entender que no sabía de qué me hablaba. La vida es tan caprichosa, que ha querido que me entere justo hoy, el mismo día que me han mandado la novela.

sábado, 15 de agosto de 2009

LAS TRES HIJAS DE SU MADRE


Cuando alguien me pregunta: ¿Qué tipo de libros lees? yo siempre contesto: casi todo lo que cae en mis manos. Pues bueno, este cayó en mis manos, aún no sé muy bien cómo y es la confirmación de que puedo leer cualquier cosa.

"Las tres hijas de su madre" de Pierre Louÿs.

Según he averiguado, ayudándome, como no, de San Google, es uno de los grandes escritores eróticos del siglo veinte, aunque al parecer, esta no es una de sus mejores historias. No conozco su obra, tampoco estoy interesada, simplemente pediros que no se os ocurra leer este. En un comentario, alguien la define como desconcertante. Yo la llamaría soez. He leido en otras novelas escenas eróticas maravillosamente escritas, con un lenguaje simple, incluso elegante, no el usado por el autor aquí citado que, para mí, es lo más chabacano que pueda uno encontrarse.

Había pensado citar alguna escena, pero todas me parecen de tan mal gusto, que no sabría cual elegir.

Buscando la portada, la cual no he encontrado con una imagen más grande o de mayor calidad, he hallado este comentario: me resulta cansina la repetición de encuentros sexuales del protagonista con una madre y sus tres hijas.

Cansina, también buena palabra para definirla.

La misma persona que dice esto, afirma que la poesía lésbica de Pierre Louÿs es destacable. Voy a confiar en que es así, porque no me voy a molestar en buscarla, conocerla, leerla...

EL SENTIDO DE MI VIDA XIV

XIV

Esa Navidad no hubo sobre para cada uno de los nietos en casa de la abuela, ni comida familiar. Alguien sugirió seguir con la tradición, aunque fuese en un restaurante, una idea que gustó a muchos, pero no iba a ser ese año, su muerte nos parecía demasiado reciente.

Creo que nunca había visto tran triste a mamá cómo aquellos días, era la más pequeña de las hermanas, nacida ya cuando nadie lo esperaba. Del mismo modo yo era la menor de los primos. Quizás por su edad le resultaba más complicado encajar la perdida de su madre, incluso siendo plenamente consciente de que, a sus noventa y dos años y con los problemas de salud de los últimos meses, el fin de sus días no podía estar muy lejano.

Me dio mucha rabia que no llegase a ver mi novela publicada, cuando le contaba que quería ser escritora, ella me daba ánimos diciendo que era casi lo único que le faltaba en su familia. Aunque su vista no le permitiese ya leerlo, yo le habría recitado gustosa algunas páginas. Con la ayuda de Salva, había dado con una editorial interesada en mi libro y en unos meses, mi sueño se iba a hacer realidad, pero mi abuela ya no lo vería.

Cuando un día escuché el teléfono sonar cerca de las cuatro de la madrugada, estando aún medio dormida, pensé en ella, pero instantaneamente recapacité. Eso ya no era posible y asustada cogí el auricular. Era mamá, muy nerviosa, no le entendía lo que decía, algo del corazón, papá, papá, Silvia, papá… Fue lo único que consiguió articular con ínfima claridad. Traté de calmarla, pero era inútil. Me vestí a toda prisa y salí hacia el hospital.

Por suerte resultó menos grave de lo que todos pensamos en un primer momento. Estuvo tres días ingresado y no le dejamos sólo ni un instante. Cuando convencía a mamá para que se fuese a casa, yo me quedaba a su lado. Hablamos más de lo que lo habíamos hecho en años. En un momento que llamaré de inspiración, me tumbé a su lado y le abracé. Mirándole me di cuenta del miedo que había sentido al pensar que podía pasarle algo. Él me acarició el pelo con lágrimas en los ojos y vi en estos, que tenía tanto miedo cómo yo. Nos quedamos así largo rato, sin decir nada, aunque tampoco era necesario.

jueves, 13 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XIII

XIII

No me hacía a la idea de verla sólo cada tres o cuatro semanas. Aunque nos llevásemos como el perro y el gato, es mi hija, me gusta tenerla cerca, por eso no estaba dispuesto a dejar de insistirle para que volviera, no a casa, entiendo que ya tenía edad para hacer su vida, pero sí a nuestra ciudad. Lo que más temía era que conociese a alguien en la capital y se enamorara, entonces sí la habría perdido para siempre, hasta que llegó un verano en el que pasó casi todo el mes de agosto con nosotros, bueno, es un decir, porque casi no paraba por la casa de la playa. Yo no me había dado cuenta, pero Pilar, que está en todo, comentó que seguro que estaba saliendo con alguien y que por eso se la pasaba por ahí.

Nuestras sospechas se confirmaron cuando empezó a venir más a menudo, aunque llegaba, saludaba y casi no la veíamos en todo el fin de semana. Decidimos no preguntarle, si se trataba de algo importante, ya nos lo contaría en el momento que le pareciese más oportuno. No tuvimos que esperar mucho. El día de Año Nuevo entró en casa llevando de la mano a un chico que, en principio, nos pareció un buen chaval. Resultó que se conocían de la facultad, pero no se habían visto en años. La casualidad les llevó a encontrarse y habían retomado lo que ya intentaron de jovenes, algo de lo que, por cierto, tampoco estábamos enterados.

Él hablaba con propiedad, los primeros minutos estaba nervioso, supongo que era normal, pero poco a poco se fue soltando. Miraba a Silvia con absoluta devoción, en realidad, los dos se miraban del mismo modo y sin soltarse las manos. Como su padre que soy, esto debía de alegrarme, aunque confieso que sentí celos, unos celos que se agravaron cuando ella dijo que se venía a vivir con él, que iba a dejar de trabajar y a dedicarse por entero a escribir. Desde que se licenció se había mostrado reticente a aceptar nuestra ayuda, sin embargo, ahora no le importaba depender de alguien con quien llevaba… ¿Cuánto? ¿Cuatro meses? Pensé que era otra de sus locuras, al menos esta serviría para tenerla cerca.

Fue mejor de lo que esperaba. Por mucho tiempo que dedicase a escribir, siempre tenía un ratito para pasarse por casa. Se sabía los horarios de Pilar y quedaba con ella si tenía que salir a comprar algo para ese piso que, al parecer, estaba medio vacio. O simplemente se veían para tomar un café y charlar, entonces, si no estaba trabajando, en alguna ocasión me unía a ellas. Era maravillo tenerlas conmigo a las dos. Hablaba de Salva con entusiasmo, cada día que pasaba lo conocíamos un poco más y me fui convenciendo de que la adoraba tanto como ella a él. Yo hubiese preferido que se casasen, pero confiaba en que, queriéndose de ese modo, no tardarían en ser ellos mismo quienes lo desearan.

lunes, 10 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XII

XII

Papá, no sé porque te extraña tanto. Tú le pagaste media carrera a mamá. De haber alguien en contra de que Salva me mantuviera, tendría que ser yo, pero resultó qué, ahora que había encontrado a alguien que conseguía que me olvidase de esas minucias, el señor Ortega estaba herido en su orgullo. ¿Celoso? Eso era justamente lo que daba a entender su comportamiento. No me compares, tu madre y yo estábamos casados. Salió el conservador.

A veces he tenido la sensación de que existe una fuerza inexplicable, que me lleva a hacer justo lo contrario de lo que mi padre espera de mí. O visto de otro modo, nunca nada de lo que hago, le parece bien. Cariño, no le des más vueltas, ya escuchaste lo que dijo tu madre. Sí, ella tiene razón, he crecido, ya no soy su niñita y eso le duele. No sé cuándo empezará a aceptarlo.

Ya llevaba más de un año instalada con él, cuando quedé un día a solas con mamá y le di un manuscrito. Tu opinión es la que más me interesa, así que ya sabes. Lo sostenía en sus manos acariciando la portada, como asimilando la misión que le era encomendada. Será un honor y un orgullo ser la primera en leerlo. No podía ser de otro modo. Ella había sido mi guía, mi ejemplo a seguir. Del mismo modo que sabía que algo grandioso tendría que hacer para volver a ver a mi padre orgulloso de mí, sabía que con mi madre, lo difícil sería obtener una opinión imparcial.

Dos días le llevó y según me dijo, porque había estado liada en el hospital, de otro modo se habría sentado sin intención de levantarse hasta terminarlo. Parecía feliz, me comentaba algunas escenas, los personajes, pero aquello no era lo que yo quería. Mamá, dime algo malo, se crítica. Me parecía imposible, estaba entusiasmada. Silvia, es perfecta. Engancha, está bien escrita y el trabajo de documentación… Me has sorprendido y no lo digo porque seas mi hija. Se me saltaron las lágrimas. Quería decirme tantas cosas, que las palabras se amontonaban en su boca. Cariño, yo soy médico. Por mucho que haya leído, no me siento capacitada para hacer una crítica constructiva, sólo desde mi punto de vista de lectora y mi opinión es esa. Me ha fascinado. Me pidió permiso para quedarse esa copia. ¡Vaya tontería! Si alguien en este mundo tiene derecho, es ella.

Aquel día lloré como una magdalena al llegar a casa. Cuando Salva me vio se asustó. Le dije que eran lágrimas de felicidad. El siguiente en leerlo fue él, aunque lo hicimos de manera diferente. Nos sentamos juntos, con un manuscrito cada uno y lo leyó en voz alta mientras yo le seguía con atención. Me limitaba a señalar cuando él comentaba algún párrafo, frase… brevemente, sin llegar a perder el hilo de la historia. No dormimos en toda la noche. Fue más crítico que mamá, pero aún no me lo pareció suficiente. ¿Qué esperas escuchar, que es mediocre? Pues eso no sólo no te lo vamos a decir ni tu madre ni yo, tampoco nadie que tenga una ligera idea de literatura. Hazte a la idea. La novela es buena.

viernes, 7 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XI

XI


De los dieciséis días de vacaciones que me quedaban, nos vimos más de la mitad de estos. Me contó que estaba trabajando para una revista de renombre, en la delegación de Valencia. Que había tenido una relación de varios años con una chica de su pueblo, que estuvieron a punto de casarse porque ella se quedó embarazada, pero al final tuvo un aborto, y aunque en principio iban a seguir con los planes de boda, todo aquello le sirvió para darse cuenta de que no la quería lo suficiente.

Me dijo que se acordaba de mí a menudo. ¿Por qué lo dejamos? No supe darle una respuesta concisa. Éramos muy jóvenes, supongo que la vitalidad nos desbordaba. Me invitó a una cena de despedida en su casa. Me recibió con iluminación de velas y Rachmaninoff de fondo. Se estaba volviendo un romántico. ¿Ahora escuchas música clásica? Salí con una chica preciosa en mis años mozos, que me enseñó a apreciarla. Me resultó curioso lo que habíamos sacado cada uno de aquella relación.

Al amanecer seguíamos despiertos, abrazados sobre la cama. Yo no quería que llegase la mañana, pero me daba miedo proponer nada. Quédate Silvia. Dijo él, más valiente, sin duda. Salva, yo tengo mi trabajo en Madrid. Desde su punto de vista, era una excusa muy pobre, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo todo por haber pasado juntos dos semanas maravillosas. Si no entendí mal, quería que me mudase a su casa. Aquello sí que era una verdadera locura. ¡No voy a ser tan gilipollas, como para dejarte escapar dos veces! Me halagaba, aún así, le pedí tiempo.

Quedamos en vernos todos los fines de semana que nos fuese posible, unos en Madrid y otros en Valencia. Yo hacía ya unos meses que vivía sola, en un apartamento pequeño, pero sola. En principio no les dije nada a mis padres, incluso llegué a estar tres días en casa de Salva sin pasar a verles. ¡Qué extraña sensación! Me estaba enamorando, y lo mejor no era eso, lo mejor era que él parecía estar más grave que yo.

En Navidad me las ingenié para tener diez días libres. Asistí a la comida en casa de la abuela, recogí mi sobre y al día siguiente me fui a los pirineos con Salva. Las primeras cuarenta y ocho horas nevó tanto, que no pudimos salir del hotel, aunque para nosotros no fue un problema. Silvia, te lo voy a decir sin rodeos. Me siento capaz de aguantar esta situación todo el tiempo que a ti te parezca oportuno, pero me muero de ganas de despertarme a tu lado por las mañanas. Créeme si te digo que nunca había sentido esto por nadie. Además, tu sueño es ser escritora. Date un capricho y dedícale todo tu tiempo.

¿Qué cara pondría mi padre cuando le contase qué, con esas breves frases, alguien me había convencido de que volviera a Valencia? Aquello que él llevaba intentando sin éxito, más de tres años. De todos modos, era una buena noticia y había que dársela antes de regresar a Madrid para arreglarlo todo.

Tú tranquilo que no muerden. Verle tan nervioso, me inspiraba ternura. Entramos en casa de mis padres cogidos de la mano. Ni siquiera les había hablado de él. Papá se levantó al instante y se quedó de pie, sin moverse, sorprendido. Mamá sonreía feliz. Debió de notar en mi cara que había motivos para estarlo. Hice las presentaciones oportunas, me esforcé por que la conversación fuese fluida y cuando nadie lo esperaba… Tengo un regalo de año nuevo.

martes, 4 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA X

X

Sólo dos personas que se parecen tanto, se pueden llevar tan mal. Es cómo lo de los imanes, que los polos iguales se repelen, así os pasa a papá y a ti. Lo mejor fue que me lo dijo sonriendo, orgullosa. Ya me lo decía mi abuela de pequeña: ¡Es que incluso coges la cuchara cómo él! Y mira que me he preguntado veces, desde la primera vez que vino con tu madre a esta casa, cómo se puede comer sosteniendo la cuchara de ese modo, que parece que se os va a caer de la mano en cualquier momento.

Sus amigos se lo decían, en esa curiosa forma de bromear, a veces ofensiva, que tienen los hombres: Parece que sabías que sólo ibas a embarazar una vez a Pilar y echaste el resto. Os ha salido la niña igualita a ti.

Un par de días después, estando en la playa, me encontré con una amiga de la adolescencia. Al igual que yo, estaba pasando unos días con sus progenitores. Recordamos anécdotas de veranos pasados y quedamos en salir juntas a tomar algo esa misma noche. Cuando iba por la tercera copa, me pareció reconocer a alguien. Él sonrió al cruzarse su mirada con la mía y se acercó con decisión. Siempre he pensado que era complicado encontrar una mujer más guapa que tú, ahora con más motivo. Has subido el listón superándote a ti misma.

No podía creer lo que me decía. ¡Había aprendido a piropear a las mujeres! Le di dos besos, pero no se conformó y me abrazó con fuerza. Estaba claro que se alegraba de verme. La última vez que me habían rodeado sus brazos, eran más bien enclenques. Ahora era un hombre fuerte y tremendamente atractivo. Me informó un pajarito de que te habías ido a Madrid. Así empezó una conversación que se prolongó hasta el amanecer, primero tomando algo, luego paseando por la playa y finalmente, al distinguir las primeras luces, sentados en unas rocas desde donde vimos salir el sol. Descubrí que me seguía encantando escucharle.

¿Las pijas os bañais desnudas? Sin pensarlo se quitó la ropa y se metió en el agua. Si vestido me impresionó el cambio que había experimentado su cuerpo, apreciarlo sin impedimentos, lo hizo aún más. Ya me cautivó una vez y mientras me desnudaba para ir a su encuentro, pensé que me estaba dejando atrapar de nuevo. No me importaba lo más mínimo, aunque sólo durase otros cinco meses.

Hicimos una parada en casa de mis padres, más que nada por no tenerles preocupados y el resto del día lo pasamos juntos en su casa, o mejor dicho, en su cama.

EL SENTIDO DE MI VIDA IX

IX

Estoy segura de que no fui ni la primera, ni la última persona que, esperando el empleo que le interesaba de verdad, tuvo que trabajar de camarera en un restaurante de comida rápida. Una experiencia, por cierto, muy enriquecedora: Ya sé a dónde no hay que llevar a comer a los hijos, por mucho que insistan.

No me iba a rendir fácilmente, pero estuve muy cerca en más de una ocasión, hasta que empecé a hacer colaboraciones en un periódico de poca tirada. Aquello me dio ánimos, no podía creerlo, llegaba a fin de mes con superávit. Por fin pagaba la habitación donde me había instalado, sin demora. (Un apartamento con representantes de media península, y lo digo así, porque había incluso una chica de Oporto.)

Estuve varios meses sin visitar a mis padres, aunque hay fechas ineludibles: La comida de Navidad en casa de la abuela, no me la podía perder, ni dejar escapar uno de esos sobres que repartía entre sus nietos. A partir de entonces traté de ir a Valencia al menos una vez al mes, siempre que mi bolsillo me lo permitiera. Con papá las cosas se fueron suavizando, seguía intentando convencerme de que regresara, pero con el mismo resultado.

Por mi cumpleaños, fueron ellos los que vinieron a Madrid. Se quedaron en un hotel centrico, fuimos al teatro, a cenar y luego nos tomamos un par de copas en la cafetería del hotel. La charla fue muy amena, me hubiese quedado toda la noche, pero en un momento dado, mamá me dio un sobre. ¡No seas tonta y cójelo! Es nuestro regalo. Me quedé un poco descolocada. Estaba claro que la idea era de ella, seguro que mi padre no estaba de acuerdo, porque de ser así, me lo habría dado él.

Le reté con la mirada, aunque no le vi intención de decir nada. En cambio, yo si lo hice. No lo necesito, pero encontraré en que invertirlo. Cogí el sobre, me despedí y al día siguiente me matriculé en un curso de narrativa.

Casi dos años después, tras haber hecho todo tipo de pequeños trabajos como freelance, era redactora en una emisora de radio. Pero durante ese periodo, mí tiempo libre, junto con el dinero que ahorraba, lo dedicaba casi en exclusiva a lo único que me llena de verdad: La literatura.

El verano siguiente, tuve mis primeras vacaciones pagadas. Estuve diez días de viaje con unas amigas y luego, decidí pasar lo que quedaba de mes con mis padres, en la casa de la playa: Desde mi partida a la capital, no habíamos vuelto a estar tantos días seguidos juntos.

La segunda noche, estando sentada en el balancín del jardín leyendo, llegó mi madre y se acomodó a mi lado. Cerré el libro para prestarle toda mi atención. Ella esperó unos segundos, me informó de que papá ya dormía, luego se limitó a contemplar las estrellas, hasta que le pregunté si ocurría algo.

domingo, 2 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA VIII

VIII

Me voy a Madrid, seguro que allí encuentro trabajo. Lo soltó así, cómo si se tratase de la cosa más sencilla del mundo. Me enfadé, le dije que no esperara que nosotros costeásemos esa locura. Después expuso su argumento de que ya era mayorcita, que todas sus amigas llevaban tiempo viviendo por su cuenta y que no nos preocupásemos, que no se iba a morir de hambre. No le importó mucho cuando le dije que aquí, en Valencia, también tenemos medios de comunicación importantes, que no era necesario irse a la capital, pero no tardé en entender que ese no era el verdadero motivo. Creo que sólo fue una excusa para volar lejos del nido.

¿Hemos hecho algo mal, Pilar? Si existe una persona capaz de levantarme el ánimo cuando estoy mal, esa es mi mujer. Fíjate que yo opino justo lo contrario. Lo hemos hecho demasiado bien. Con cara de extrañeza le pedí una explicación, no recordaba la última ocasión en que habíamos visto las cosas de manera tan diferente, pero tenía toda la razón del mundo. Puede que mi egoismo no me permitiese ver con claridad, no soportaba la idea de que mi hija se hubiese alejado tanto de nosotros. Entonces me recordó todo lo que habíamos hablado cuando llegamos a casa después de nacer Silvia y yo me pasaba horas mirándola, soñando con su futuro. Decías que le ibas a enseñar el mundo de manera, que ella misma fuese libre de opinar, que querias que fuese fuerte y no tubiese miedo a nada. Es cómo la educamos, ni más, ni menos.

Es verdad, dije todo eso, pero nunca se me pasó por la cabeza que lo único que conseguiría con esto sería perderla. No dramatices, aunque tenga una curiosa manera de demostrarlo, tu hija te adora. Y yo quería creer las palabras de Pilar, pero estaba dolido.

Pasé varias noches en vela pensando si estaría bien, llamaba por teléfono cada dos o tres días, aunque sólo hablaba con su madre. Luego ésta me contaba que estaba en una pensión, que seguía buscando trabajo. Yo ignoraba de cuanto dinero disponía, pero deseaba que se le terminara para que regresase a casa, cual hijo prodigo. Hasta el día que mi mujer me sorprendió diciéndome que se iba a Madrid. He pedido unos días libres. La ayudaré a buscar un piso y si es necesario, le pagaremos los primeros meses.

Debí de ir yo también, tragarme mi orgullo y decirle que daría mi vida por ella, por verla feliz. Quizás si huviésemos ido los dos, Silvia habría reaccionado de manera diferente, porque no acepto la ayuda. Le pidió a Pilar que no lo tomara a mal, que necesitaba hacer esto sola. Mamá, no soy tan orgullosa cómo para dormir en la calle antes que pediros dinero, pero tienes que entenderme, ya no soy una niña.

Doy por hecho que la entendió, porque me lo contaba con una sonrisa en la cara. Yo escuché con atención su punto de vista y deseé no estar equivocándonos.