lunes, 10 de agosto de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA XII

XII

Papá, no sé porque te extraña tanto. Tú le pagaste media carrera a mamá. De haber alguien en contra de que Salva me mantuviera, tendría que ser yo, pero resultó qué, ahora que había encontrado a alguien que conseguía que me olvidase de esas minucias, el señor Ortega estaba herido en su orgullo. ¿Celoso? Eso era justamente lo que daba a entender su comportamiento. No me compares, tu madre y yo estábamos casados. Salió el conservador.

A veces he tenido la sensación de que existe una fuerza inexplicable, que me lleva a hacer justo lo contrario de lo que mi padre espera de mí. O visto de otro modo, nunca nada de lo que hago, le parece bien. Cariño, no le des más vueltas, ya escuchaste lo que dijo tu madre. Sí, ella tiene razón, he crecido, ya no soy su niñita y eso le duele. No sé cuándo empezará a aceptarlo.

Ya llevaba más de un año instalada con él, cuando quedé un día a solas con mamá y le di un manuscrito. Tu opinión es la que más me interesa, así que ya sabes. Lo sostenía en sus manos acariciando la portada, como asimilando la misión que le era encomendada. Será un honor y un orgullo ser la primera en leerlo. No podía ser de otro modo. Ella había sido mi guía, mi ejemplo a seguir. Del mismo modo que sabía que algo grandioso tendría que hacer para volver a ver a mi padre orgulloso de mí, sabía que con mi madre, lo difícil sería obtener una opinión imparcial.

Dos días le llevó y según me dijo, porque había estado liada en el hospital, de otro modo se habría sentado sin intención de levantarse hasta terminarlo. Parecía feliz, me comentaba algunas escenas, los personajes, pero aquello no era lo que yo quería. Mamá, dime algo malo, se crítica. Me parecía imposible, estaba entusiasmada. Silvia, es perfecta. Engancha, está bien escrita y el trabajo de documentación… Me has sorprendido y no lo digo porque seas mi hija. Se me saltaron las lágrimas. Quería decirme tantas cosas, que las palabras se amontonaban en su boca. Cariño, yo soy médico. Por mucho que haya leído, no me siento capacitada para hacer una crítica constructiva, sólo desde mi punto de vista de lectora y mi opinión es esa. Me ha fascinado. Me pidió permiso para quedarse esa copia. ¡Vaya tontería! Si alguien en este mundo tiene derecho, es ella.

Aquel día lloré como una magdalena al llegar a casa. Cuando Salva me vio se asustó. Le dije que eran lágrimas de felicidad. El siguiente en leerlo fue él, aunque lo hicimos de manera diferente. Nos sentamos juntos, con un manuscrito cada uno y lo leyó en voz alta mientras yo le seguía con atención. Me limitaba a señalar cuando él comentaba algún párrafo, frase… brevemente, sin llegar a perder el hilo de la historia. No dormimos en toda la noche. Fue más crítico que mamá, pero aún no me lo pareció suficiente. ¿Qué esperas escuchar, que es mediocre? Pues eso no sólo no te lo vamos a decir ni tu madre ni yo, tampoco nadie que tenga una ligera idea de literatura. Hazte a la idea. La novela es buena.

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