sábado, 18 de julio de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA III

III

Aprendí cómo es no dormirte hasta la madrugada porque tu hija no ha llegado, discutir con ella porque no se ha presentado a la comida familiar de los primeros domingos de mes, echar en falta dinero de la cartera y estar seguro de quién lo ha cogido, aunque eso no es nada comparado con el susto que te llevas el día que suena el teléfono en plena noche. Está bien, sólo ha sido un susto, pero se tiene que quedar una noche en observación por el golpe en la cabeza. Gracias a que la llevaron al hospital donde trabajaba Pilar. Temía que estuviésemos muy enfadados y no quería avisarnos. Un pequeño tráfico de influencias.

Cuando llegamos estaba dormida. Yo la miraba pensando que difícil resulta criar a un hijo. Intentas dárselo todo, hacerle la vida fácil, pero eso no es garantía de nada, al contrario, puedes excederte consiguiendo un resultado peor. No fue mi culpa papá, ese coche se pone a cien sin que te des cuenta. Una excusa muy pobre. Ya la tuvimos al comprarlo porque a mí me parecía demasiado potente. Estuve a punto de decirle que le guardaría las llaves hasta que fuese un poco más responsable, pero entonces la hubiese dejado en manos de otros y esa idea aún me gustaba menos que la otra.

Llevabámos tres años sin hacer un viaje porque ella no quería venir con nosotros. Yo me negaba a dejarla sola, menos aún tras su comportamiento de los últimos meses. Leo, la mujer para todo, como yo la llamo, niñera cuando la contratamos, cocinera luego, asistenta, ama de llaves o como se la quiera llamar, se ofreció a quedarse en casa mientras nosotros nos ausentábamos, con su hija Lucía, siete años mayor que Silvia, además de su mejor amiga, aunque a mí tampoco me pareció una solución; siempre pensé que la mimaba demasiado. Así que otro verano en la casa de la playa, tostándonos al sol y discutiendo con ella cada vez que salía.

Lo más sorprendente de todo eran sus notas. Nunca advertí ningún bajón, no se si estudiaba cuando nosotros pensábamos que dormía, si lo hacía en casa de alguna amiga mientras la creiamos de marcha, si era tan inteligente que con un simple repaso le bastaba… de cualquier modo, sus estudios parecía ser lo único por lo que no discutíamos y siendo consciente, era su mejor escudo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé, no sé por dónde saldrás, en espera de nuevo trocito. Besos
Tempodelecer

SIS dijo...

Ni yo misma sé aún por donde voy a salir Tempodelecer, jajajajajaja