martes, 14 de julio de 2009

EL SENTIDO DE MI VIDA I

Hace pocos días me comentó alguien: ya no entro en tu blog porque como no escribes, a lo que yo le respondi: deje de escribir justamente porque me di cuenta de que no entraba nadie. Pero la esperanza es lo último que se pierde, así que voy a pensar que alguien me lee, aunque sólo sean dos o tres personas, y de no ser así, esto será un ejercicio personal.

Voy a tratar de escribir un relato, por entregas, por capítulos o como se le quiera llamar y aviso, quiero terminarlo, pero nunca se sabe, mi cabeza últimamente se niega a escribir. De momento, empezaré y a ver que pasa.



EL SENTIDO DE MI VIDA

I



Hay complicaciones, dijo el médico cuando llevábamos varias horas en la clínica y yo esperaba nervioso a que todo terminara. Doctor, haga usted lo que tenga que hacer, pero no permita que muera ninguno de los dos.

Pilar tenía sólo veintidós años cuando se quedó embarazada, era apenas una niña, pero yo estaba tan perdidamente enamorado, que no cesé en mi empeño hasta que la convencí de que nos casásemos. Eran otros tiempos, nada de vivir juntos sin pasar antes por el altar, enseñaban a las mujeres a hacerse respetar y yo, con treinta años, sólo deseaba poder estar con ella, a todas horas. Hacía ya tiempo que había empezado a trabajar como abogado laboralista, mis ingresos me permitían, no sólo mantener a una familia, si no que también podía contratar a una niñera y costear la carrera de mi mujer. Por suerte el parto fue en verano y no afectó a sus estudios. Quería ser médico, sus notas reflejaban el empeño que ponía en ello, pero era incapaz de negarme nada, por eso se vio en aquella situación siendo tan joven.

Es una niña y al parecer, muy fuerte. En aquel momento me daba igual el sexo, sólo me importaba que estuvieran bien las dos. Silvia, que era el nombre que habíamos elegido, tenía las mejillas sonrosadas. Me recordaban a un melocotón maduro. Su madre, en cambio, estaba pálida, había perdido mucha sangre según me dijeron, pero se iba a recuperar. Lo complicado iba a ser explicarle que le habían extirpado la matriz, que no tendríamos más hijos. Nuestro único consuelo era ese bebé que dormía tranquilamente en su cunita.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, por fin se han solucionado después de casi una semana mis problemas de conexión, me alegro de que hayas iniciado una historia, y que hayas retomado la escritura, venga te sigo, bicos
Tempodelecer