sábado, 9 de junio de 2007

Uno de mis lugares preferidos, el mar, sobretodo en invierno, en soledad, pasear con calma sintiendo la arena en mis pies, con ese dulce murmullo, esos colores intensos, esa brisa…


¿Alguien puede resistirse a sus encantos? Yo cuando alguien me dice eso de: “A mí es que no me gusta la arena, prefiero la piscina”. ¿Qué hago? ¿Qué tendrá que ver?



Estamos hablando del mar, es incomparable. Para mí, con todos mis respetos, esas personas nunca se han detenido a escuchar el trino de un pájaro, ni se han asombrado después de una tormenta al ver el arco iris, corren a bajar las persianas al escuchar los truenos, mientras yo las levanto más para no perderme ni un pequeño detalle.




Que filosófica me estoy poniendo, no pretendo meterme con nadie, cada cual es como es, pero me parece una verdadera pena que no dispongan de un segundo para detenerse a admirar algo tan maravilloso.

5 comentarios:

M dijo...

Hola Sis, siempre me apasiona escuchar a alguien hablar del mar. Es algo tan inmenso que provoca una sensacion diferente en cada persona. Sabes?? cuando me preguntan si podre vivir en una ciudad diferente a la mia, la primera pregunta que me hago es si tiene playa, no porque me encanta nadar, sino estar alli sentada escuchando el sonido de las olas cuando se rompen en la orilla, ver este color azul que se torna en gris en el invierno, para mi es como estar sentada frente a un espejo que te lleva a perderte en la inmensidad de la vida. En el mar he tenido muchos momentos espaciales, pero hay un momento que recordare siempre, creo que tenia 12 o 13años, un viernes a las 5 de la mañana en el coche mi madre y yo, la ciudad vacia, claro quien estara fuera a estas horas, hacia frio y la neblina cubria la ciudad, despues de dar vueltas en el paseo maritimo mi madre aparco frente al mar y estuvimos alli mas de media hora en silencio, siempre me encanto el silencio de mi madre. Cada vez que decia vamos a dar una vuelta en el coche me apuntaba la primera, porque eso significaba empezar por salir a las afueras de la ciudad por la sierra para despues volver y ir a contemplar el mar. Desde entonces sentrme frente al mar osea sobre la arena o en un cafe es un gozo tan especial. Nadie podra entender lo que se siente salvo las personas que comparten esta pasion.
Un beso

M dijo...

Ahora que evo mi comentario, lo siento, no pretendia acaparar toda la pagina.

dsdmona dijo...

Yo soy una de las privilegiadas que vive en una ciudad con mar y soy de las que odia la arena pero no el mar, sólo la arena... pero sé que la arena va unida irremediablemente al mar y la pasión qu etengo por él supera mi odio por el otro elemento...
Escuchar el romper de las olas se puede convertir en música celestial.. es un buen lugar para sentarsse y pensar, leer, escribir o simplemente dejar la vista mirando al infinito

Anónimo dijo...

Hoy no vivo al lado del mar es más me queda a unos cuantos km. de distancia, en otro tiempo sí lo hice y además tenía un privilegio, simplemente con levantar la persiana y mirar por la ventana, ahí estaba. En ocasiones, llegaba muy saturada de trabajar, me cambiaba de calzado y me recorría la playa de extremo a extremo, descalza con el batir de las olas contra mis pies. Es algo que no se paga con nada. De las sensacines más agradables que hay, al menos para mi.
Un beso
Tempodelecer

Anónimo dijo...

Bueno, otra fan del mar soy yo. Porque con frecuencia es el camino que me lleva a la paz que busco. Siempre pensé que el mar era el espejo donde se reflejaba el cielo. Es el mar el que transporta con sus sonidos, olores y colores, y el que pertenece al mundo de los ruidos en que vivimos. En cambio el cielo es el mar en silencio. Es la luz, la que hace que mar y cielo se susurren. El mar el que acaricia y el cielo quien arropa. Pero la luz es la dueña de todo. Pinta los colores de ambos y de muchos de mis días su antojo. Y me arranca sentimientos que a veces me sobran, hasta dejarlos en su justo equilibro. Para mi el mar es un camino. El sonido. Pero lo tengo lejos. Magia.