MI DIOSA AFRODITA VII

Llamé al inspector y me citó en su despacho. Me había prometido a mí misma no sacar conclusiones precipitadas, al menos no antes de conocer las evidencias que la inculpaban. Por un lado deseaba que encerraran al asesino o asesina de mi hijo, pero por otro, me costaba creer que podría haber sido ella.

Tuve que esperar más de media hora, como siempre por mi manía de llegar antes de lo acordado. Cuando le vi entrar, me pareció que estaba nervioso; hay cosas a las que uno no se acostumbra nunca, y mientras él servía un vaso de agua que me ofreció a mí antes de beber, empecé a exponer mis dudas.

- No cuestionaré que ustedes saben hacer su trabajo, pero sin conocer las pruebas, me resulta difícil pensar que Pilar… - Ni siquiera podía decirlo.

- Sin pruebas suficientes, no habríamos procedido a detenerla. – Se sentó y siguió hablando muy pausadamente. – No será agradable para usted conocer ciertos detalles. – Le miré fijamente sin inmutarme. Si quería convencerme, iba a necesitar un buen argumento. Estábamos hablando de mi hijo y tenía derecho a conocer esos detalles.

- Estoy preparada para escuchar cualquier cosa. – Sentencié con voz firme, sin embargo, tuve que esperar un par de minutos hasta que él continuó.

- La victima….

- Oscar. – Le interrumpí al instante. – Se llamaba Oscar.

- Disculpe. – Asintió con la cabeza dándome la razón. – Oscar presentaba marcas de ataduras en varias zonas de su cuerpo, algunas recientes y otras más antiguas. – Se detuvo unos segundos observando mi reacción. – Junto con pequeñas cicatrices casi totalmente curadas, nos llevaron a pensar que su hijo era aficionado a algún tipo de práctica sadomasoquista. - Por primera vez desde que entré allí, mi cara presentó extrañeza. – Esto no significaba nada en principio, cada uno es libre de hacer con su vida privada lo que le plazca, pero después de que el forense confirmase que no se trataba de un suicidio, esa fue nuestra primera linea de investigación.

Me levanté y empecé a andar por la estancia, dando vueltas a todo lo que acababa de escuchar, tratando de asimilarlo. Esas prácticas de las que me hablaba, me eran totalmente desconocidas. Podía intentar imaginar en que consistían, pero aún debían explicarme cómo eso le había llevado a morir asesinado.

- Cuando procedimos a registrar el apartamento de la detenida, encontramos varios objetos, llamémosles juguetes. En todos estos hallamos única y exclusivamente, el ADN de ellos dos. - Al terminar de hablar, yo estaba sentada de nuevo. Necesitaba tiempo para ordenar en mi cabeza esa información tan inesperada. - ¿Se encuentra bien?

- Sí. – Cerré los ojos unos instantes antes de preguntar. - ¿Qué pasó entonces?

- Todavía no estamos seguros, pero todas las pruebas nos llevan directamente a la detenida y esperamos que su declaración nos aclare algunos detalles.

No me dijo mucho más, me pidió que esperase allí mismo. Pilar había solicitado hablar conmigo, pero en aquel momento, yo no sabía si quería verla. Después de un tiempo que sería incapaz de concretar, vi llegar al chico del tatuaje en el brazo. Habló con el inspector demostrando un evidente nerviosismo y luego desaparecion por el pasillo que llevaba al calabozo. Un agente me trajo un café que agradecí, yo observaba el movimiento de la gente sin ser muy consciente de lo que hacían, abstraida totalmente en mis pensamientos, hasta que el chico regresó y acercándose a mí, se sentó a mi lado.