viernes, 2 de octubre de 2009

MI DIOSA AFRODITA V

Aquella noche la pasé releyendo su nota. La letra no era firme, pero hasta entonces yo había pensado que alguien que está a punto de suicidarse, no puede tener muy buen pulso. Ahora me llegaba la versión de la policia científica: le habían obligado a escribirla. Por un lado me alegraba saber que a mi hijo no se le pasó por la cabeza quitarse la vida, pero ¿tan grave fue lo qué hizo que alguien decidió matarle?

Me senté en el sofa con las cajas donde había metido sus cosas delante de mí, las vacié con calma, repasé cada página de sus libretas, busqué notas escritas en los libros, miré una por una y sin prisas, decenas de fotos colocadas en un álbum cuyas tapas estaban despegadas. En muchas de éstas aparecía Pilar: Pilar dormida, Pilar en la playa, Pilar con Oscar, Pilar tapándose la cara con ambas manos… Debía de estar harta de que la fotografíara, pero había un detalle común en todas ellas: siempre sonreía. Yo también lo hice cuando lei los títulos escritos a pie de página: Mi Diosa Afrodita en brazos de Morfeo. Mi Diosa Afrodita visita a Poseidón. Mi Diosa Afrodita seducida por Eros. Mi Diosa Afrodita trata inútilmente de ocultar su belleza… Él y su afición a la mitología griega.

No conseguí encontrar nada extraño, en realidad, no sabía que estaba buscando. ¿Esperaba tener la respuesta a todo aquello escrita en alguna parte? Puede que sí, necesitaba una explicación y deseaba tanto hallarla, que cualquier posibilidad me parecía válida.

Coloqué los libros en la estantería de su habitación, estaba llena a rebosar, unos apilados sobre otros, sin orden alguno, de vez en cuando traía los que ya había leído, decía que aquí estaban mejor, y al buscar un hueco para las fotos, pensé que mejor dárselas a la protagonista de casi todas ellas.

La llamé por teléfono y la invité a comer en casa, el día que quisiera. Quedamos en vernos el sábado, para poder estar más tranquilas, con tiempo más que suficiente para hablar y me sorprendió cuando me dijo que había pensado llamarme ella, que le apetecía compartir ciertas cosas conmigo.

Preparé la comida preferida de mi hijo, puede que para tenerle presente, aunque sabía que de todos modos, él iba a ser el principal tema de conversación. Los primeros minutos estábamos tensas, pero poco a poco nos fuimos soltando y al instante entendí porque quería hablar conmigo.

- Tengo un retraso de siete días. – La miré esperando más, pero fue clara. – La prueba de embarazo ha dado negativo. Son los nervios y todo esto, por eso no tengo la menstruación.

- ¿Estás segura? – Me agarré a ese clavo ardiendo. La idea de un hijo de Oscar, no podía ser más tentadora.

- Yo también lo deseo con todas mis fuerzas, pero tomábamos precauciones y como te he dicho, me he hecho una prueba. En la farmacia me han dicho que son muy fiables. - Nos miramos largo rato con seriedad, las dos lo habríamos dado todo por que esa posibilidad fuese real, me pareció una sensación extraña pensar por un momento en ello.

- Deberías de hacerte un analisís de sangre, son más seguros. – Se secó una lágrima que resbalaba por su mejilla y negó con la cabeza antes de empezar a hablar.

- Es una ilusión, no estoy embarazada. Cuando llegaban los exámenes me ocurría lo mismo, los nervios me producen desarreglos. – No quise insistir, mi deseo de que así fuese, sólo la pondría más nerviosa.

- Tengo unas fotos que deberías de conservar tú, al menos la mayoría de ellas.

1 comentario:

Magia dijo...

Una disputa, unos nervios excesivos, un amor elevado, una muerte, un llanto y una búsqueda, ¿quién fuera de ese universo tendría un motivo? ¿Porqué discutieron sería la clave?
Saludos y gracias. Buen domingo. Ciao