jueves, 24 de septiembre de 2009

MI DIOSA AFRODITA III

Los tranquilizantes se encargaron de convertir los días sucesivos en una maraña de imágenes, palabras, gestos difíciles de organizar en mi cabeza. Muchos hombros donde arrimarme, frases hechas intentando dar ánimos, pero antes de darme cuenta, todos habían vuelto a su rutina dejándome sola.

Hacía ya cinco años que no vivía conmigo, aunque hasta ese instante no sentí verdaderamente el vacío.

Reuní fuerzas para ir a por sus cosas, había quedado con Andrés que lo haríamos entre los dos, sin duda la mejor opción. La habitación estaba bastante desordenada, no pregunté si era lo habitual o más bien era obra de la policía, en realidad ese detalle ya no importaba, simplemente me senté en la cama limitándome a mirar a mí alrededor.

- Todavía no he entendido porque lo hizo. – Dijo Andrés situándose frente a mí. ­- ¿Ya te han dado la nota?

- Una copia, aunque no cuenta nada nuevo, sólo pide perdón por ser tan cobarde.

- Yo no sé si es el momento más adecuado para hablar de esto, pero Oscar nunca había estado tan animado como en estos últimos meses, por eso me resulta tan extraño lo que ha pasado.

- ¿Me estás diciendo que no tenía motivos para hacer lo que ha hecho? – Deseaba contarme lo que pensaba y yo estaba dispuesta a escucharle.

- Si los tenía, lo disimulaba muy bien. ¿Sabes que le subieron el sueldo hace unas semanas?

- Sí, me lo comentó.

- ¿Y qué estaba saliendo con Pilar? Por fin lo había conseguido. – Musitó, como si este hecho le desagradara.

- ¿Con Pilar? ¿Su amiga de la facultad? – Me extrañó tanto, resultaba difícil de creer.

- La misma.

- Pero si estaba casada. – Sentencié rápidamente.

- Se separó hace ya más de un año y, como no, Oscar se volvió su pañuelo de lágrimas, hasta tal punto que terminaron liándose. – De nuevo el tono de su voz, me decía más que sus palabras.

- No tenía ni idea, atribuí su pena a que era su mejor amiga.

- Sí, bueno, es muy probable que sea así, no creo que estuviera enamorada de él. – Matizó quedamente.

- ¿Entonces?

- Oscar estaba loco por ella desde que la conoció, ahora que había logrado tenerla en su cama siempre que le apetecía, se negaba a ver que aquello no significaba lo mismo para los dos.

Nunca sintió la necesidad de contarme sus intimidades, desconozco con cuantas chicas puede haber estado, pero Pilar era especial. Cuando la conoció con tan sólo diecisiete años, se pasaba el día hablando de ella, me resultó evidente que se había enamorado, aunque cómo decía su amigo, nunca dio muestras de corresponderle.

1 comentario:

Magia dijo...

Intrigada estoy, después del desgarrador comienzo, parece que algo alivia el misterio... El título y ese amor juvenil parece que son uña y carne... en fin... dejo de elucubrar...Gracias y un saludo. Ciao.