Esta semana se cumplen veinticinco años de la trágica pantanada de Tous y cincuenta de la riada de Valencia, lo cual me recuerda que en nuestros tiempos todos estos desastres son atribuidos al cambio climático, sin embargo ya los árabes llamaron a uno de los ríos que provocó aquellas inundaciones Júcar, que si no estoy mal informada significa devastador. Que fácil echarle las culpas al cambio climático.
Desde que tengo uso de razón he visto crecidas de los ríos que me han puesto los pelos de punta, así todas las personas que viven en la ribera del Júcar, el cual presenta habitualmente este tranquilo aspecto.

Aquel día era más bien este.


Mi abuelo, que por aquel entonces contaba setenta y tres años, le dijo a mi abuela: “Esto ya lo hemos visto muchas veces, no pasará nada. Vamos a dormir” Que equivocado estaba. A la una de la madrugada escuchó a una vecina decir: “Mira, ya sube el agua por las aceras.” Se levantó de un salto descubriendo que tenía la casa inundada, cogió a mi abuela en brazos y la llevó hasta la escalera que sube al primer piso. Luego intentó salvar los objetos de valor mientras escuchaba el sonido del agua al colarse por desagües, emerger de la taza del váter…
Yo tengo un recuerdo extraño de aquellos días, apenas tenía once años, vivía en un segundo piso por lo que se veía desde otra perspectiva y lo único que me importaba es que esa tarde tenía un examen de lengua para el que no había estudiado nada y al suspender las clases me libré. No pensaba el daño que podía causar aquello en una comarca donde se vive directa o indirectamente de la cosecha de naranjas, ni me acordaba de que mi padre tenía un dineral invertido en fungicidas que se echaron a perder en su totalidad.
Para los niños de mi edad era como un juego, pasarnos tres días chapoteando en el barro sin que nuestros padres nos riñeran… ahora entiendo que tenían preocupaciones mayores. Al crecer vi fotos, leí libros sobre el tema y entendí la magnitud de aquel hecho.
Para los que no conozcan lo que realmente paso os diré que el muro de contención de un pantano cuya capacidad era de ochenta hectómetros cúbicos, o lo que es lo mismo, ochenta mil millones de litros, (Por si alguien es de letras) se agrietó y durante varias horas se fue desintegrando por la erosión del agua. ¿Qué material usarían para hacer aquella chapuza?

Las zonas cercanas al pantano quedaron con capas de dos a tres metros de gravilla y cuando digo zonas me refiero a cientos de miles de kilómetros cuadrados. Murieron más de cuarenta personas, aproximadamente trescientas mil quedaron sin hogar, incluso pueblos enteros como en el caso de Gavarda, Beneixida… cambiaron su ubicación reconstruyéndose en lugares más elevados.

En los meses posteriores recibimos ayuda de todas partes, llegaban camiones, helicópteros cargados de comida, mantas, ropa, zapatos… aquello era como otro juego, ir a hacer cola para recoger tu parte… pero estos días, al ver el desastre que de nuevo las lluvias de octubre han ocasionado en pueblos como El Vergel, Beniarbeig, Els Poblets, a tan solo cuarenta kilómetros de mi casa, con el aniversario de aquello tan cerca, se me eriza la piel.

Espero no tener que volver a vivir una situación similar, sea de quien sea la culpa.
PD: Una anécdota curiosa que se me quedó de aquel suceso. Tras permanecer tres días sin suministro eléctrico, sin agua potable, recuerdo a mi madre diciendo: “No fregábamos ni lavábamos ropa porque no había agua, no planchábamos porque no había luz, pero que me explique alguien porque narices no hacíamos las camas.”