
No os alarméis, sólo es un día, al final seguro que es una falsa alarma, pero el simple hecho de pensar en la posibilidad de que se sume un miembro más a esta familia, me quita el sueño y cuando digo que me quita el sueño, no me refiero a que esté asustada, nunca podría asustarme por algo tan maravilloso como puede llegar a ser tener un hijo más, porque cómo la mayoría sabéis, ya tengo dos.
Lo que me quita el sueño es en parte eso mismo, las horas que me esperarían sin dormir, el volver a empezar de cero ahora que mis hijos se van haciendo mayores y por fin me van dejando algo más de tiempo para mi misma, justo ahora que he decidido volver a trabajar y en un trabajo que me parece una buena oportunidad, de esas que a mí se me presentan pocas.
Si me paro a pensarlo detenidamente, cuando se me cuelan en la cabeza ciertas imágenes del pasado, tampoco estaría mal tener otro bebé, pero es un hecho en el que he pensado mucho los últimos años. "Si siguiese mi instinto, no pararía hasta tener un equipo de futbol. ¡Me encantan los niños!"
Anoche mismo, durmiendo en mis brazos a la hija de una amiga, sentí un poco de envidia. Luego razono y me digo eso que tantas veces me he repetido: Para saciarme tendría que tener uno cada vez que el anterior parece que ya está crecidito.
Pero no, esta sociedad consumista en la que vivimos, nos arrastra a comprarles lo mejor, aún defendiendo a veces que estamos en contra de eso, la corriente es tan fuerte, que cuesta vencerla.
En resumen, hoy en día es muy caro tener un hijo, ese es el problema.
Si viene, “cosa que no creo muy probable, porque seguro que esto son sólo paranoias mías”, le recibiremos con los brazos abiertos, pero si me dan a elegir, creo que me quedo cómo estoy.